Sanando mi cuerpo


Ya platicábamos que el cuerpo avisa cuando hay algo emocional que se atoró, que nos hace daño y que se seguirá presentando mientras no lo trabaje de manera consciente. Una emoción se siente en el cuerpo, entonces el trabajo es con el cuerpo. Por ejemplo, aunque hable acerca de mi enojo y se lo platique a todo el mundo o incluso acuda a una psicoterapia y haga consciente el por qué de malestar, este seguirá presentándose una y otra vez; entonces me diría, esta terapia no funciona, este terapeuta no sirve. Y a lo mejor sí hay algo de razón. No quiero decir con esto que expresar mi enojo no sirve de absolutamente “nada”. Si no que las emociones producen una especie de huella corporal que sólo puede ser sanada si llegamos a ella de la misma manera que se generó.
Es por esta razón, que existen una serie de estrategias psicocorporales que afirman que se puede llegar a esta huella o memoria corporal por medio de ejercicios que disparen la emoción.
Se trata de trabajar directamente con la movilización de la energía bloqueada. Es como si el pensamiento bloqueado o la emoción bloqueada se convirtieran en una contractura muscular.
Entonces, una actitud mental, un aprendizaje familiar o social, una creencia, un mecanismo mental de evitación a un deseo, a una emoción, a un impulso, a una necesidad, etc., se somatiza en un bloqueo muscular.
La idea entonces es, desbloquear la energía ya sea ir directo al músculo, desbloqueándolo con un masaje profundo (masaje Reichiano); esto sería como darle un puñetazo al músculo que está contraído. Hasta provocar el estrés corporal, con ejercicios tales como hacer un arco (ver imagen), mantener los brazo a 90º durante un largo rato hasta el agotamiento y la extenuación, etc.; es decir, llevar la conciencia al bloqueo y llevarlo al extremo, sobrepasando los propios límites, y comprobar que pasa. Estos dos procesos se acompañan de la respiración profunda que lleva a un estado de alterno conciencia, una especie de meditación.

Este tipo de trabajos son muy fuertes, aparentemente el cuerpo queda profundamente cansado, pero la liberación y la sanación llega en un tiempo mucho menor que con “terapias tradicionales”.
Es importante decirles que en este tipo de procedimientos, se necesita la guía de un terapeuta que nos ayudará a manejar lo que va a salir de las diferentes estrategias antes mencionadas. No es recomendable hacerlo en solitario, no al menos cuando se está iniciando. Se necesita un conocimiento amplio de mi cuerpo y de mis reacciones para vivir estas experiencias sin un acompañamiento.
Un ejercicio introductorio que te puede ayudar en momentos críticos es traer una toalla contigo y cerrar tus ojos, traer al presente las situación que te generó mal estar (enojo, tristeza, ansiedad, confusión) y exprimir la toalla como si al hacerlo estuvieras exprimiendo eso que te guardaste y que no pudiste expresar en su momento.

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